Acerca de

A qué viene esto

Me llamo Ester Galindo y, al igual que tú (disculpa la presuposición), llegó un día en que ya no sabía cómo tenía que alimentarme ni cuál era la mejor manera de mantenerme en forma. Todo lo que leía sobre alimentación y ejercicio físico no hacía más que sumarme interrogantes y restarme confianza. Con los años, fui acumulando no solo síntomas incómodos (alergias, problemas de piel, migrañas, estreñimiento crónico, síndrome premenstrual, mala circulación, sinusitis, calores nocturnos, bruxismo e inflamación), sino que cada vez me sentía más cansada, enfurruñada, apática y sin ilusión por la vida…

No entendía nada: tenía sólo treinta y pocos años, había sido vegetariana la mayor parte de mi vida adulta e invertía mis horas de ocio en la práctica del alpinismo y las carreras de montaña, además de haber realizado todo tipo de deportes desde pequeña. ¿Qué es lo que no estaba funcionando?

En 2005 cayeron en mis manos los libros del Dr. Philip Maffetone —médico y entrenador del seis veces campeón del Ironman de Hawái, Mark Allen. A partir de ahí, todo cambió. No, no. De golpe, no. Mis prejuicios, mi orgullo y mi escepticismo impidieron que mejorara de inmediato. Me tiré unos 8 años mareando la perdiz y haciendo las cosas a medias. Hasta que, finalmente, logré desoír a mi ego y empecé a aplicar lo que Maffetone nunca se cansará de repetir (a quien quiera escucharle):

  • come comida de verdad
  • ejercítate a diario, mejorando tu sistema aeróbico
  • prioriza lo importante sobre lo urgente
  • y, ante todo, conócete a ti mismo y haz caso a tu intuición

En marzo de 2013 conocí a Phil Maffetone en persona y, desde entonces, él es mi mentor. Por mi parte, llevo años formándome continuamente en nutrición, psiconeuroinmunología, acondicionamiento físico y deportivo, PNL, terapia breve estratégica, quiropraxis, cocina energética, filosofía, humanidades… y todo aquello que me ayude a acompañar mejor a quien desea antumizarse. Porque si algo he aprendido en todo este tiempo es que somos mucho más que lo que comemos y absorbemos; somos seres sintientes y sociales con una gran necesidad de reconocimiento, comunicación y aceptación. Unas necesidades que muchas veces “cubrimos” a través de la comida o de otros hábitos y patrones mentales que no contribuyen a nuestro bienestar.

“El que conoce a los demás es sabio. El que se conoce a sí mismo está iluminado.” Lao-Tse.

Por cierto, ¿y qué significa Antum?

ANTUM es el nombre de una antigua diosa sumeria. Según quedó escrito, la diosa Antum participó en la creación de los humanos, a los que modeló mezclando un montón de arcilla con la sangre de uno de los dioses. Mediante su nombre y el color de arcilla húmeda queremos invocar el instinto y la intuición que nos son innatos: los que nos permiten llevar una vida más plena, energética y saludable.

Sí, ya lo ves: también nos gusta fliparnos un poco. 😉

Testimonios

“La antumización, para mí, ha constituido un cambio vital. No se trata solamente de cambiar la forma de comer, sino de cambiar la relación con uno mismo. Es aprender a establecer un diálogo contigo mismo. Un diálogo que, a mí, me ha llevado a disfrutar de niveles de energía y vitalidad que no hubiera imaginado nunca. Pero no sólo eso. Ahora ya no tengo alergias (que había sufrido durante años), duermo mucho mejor y tengo mucha más paciencia y serenidad ante las situaciones difíciles. Nada más lejos de una «dieta»; la antumización es un proceso de transformación, un proceso que, acompañado por Ester, resulta muy sencillo y entrañable.”

Jordi, economista, Barcelona.


“Llevaba años probando dietas y pasando por fases en que mi cuerpo adelgazaba o engordaba arbitrariamente -o eso pensaba yo-. No mantenía una buena relación con la alimentación ni con los procesos digestivos, y eso que yo creía que ‘comía bien’.

El proceso de antumización -que significó hacerle un «reset» a mi cuerpo- implicó que empezara a escucharlo y a tener sensaciones increíbles: más energía, dormía regularmente y cuando tocaba, digería bien y sin pesadez…

Tanto o más importante que el período de antumización (donde tu cuerpo pasa de modo «azúcar» a modo «grasa saludable») fue la reintroducción -incorporación de ciertos alimentos que eliminas durante los 15 días del test-. Ya no comía por los ojos, sino que mi cuerpo me pedía lo que necesitaba: «hoy siento que necesito comer un buen filete», «o un trozo de calamar», «necesito huevos …».

Una antumización no es una dieta, no la he vivido como tal (o como nos dicen que debería ser), sino que se trata de un proceso exploratorio e introspectivo durante el cual ganas conciencia y empoderamiento. Al final ya sabes qué te sienta bien y qué no -y el día que «pecas», tu cuerpo te lo dice y actúas en consecuencia; ya no me siento culpable… recobro mi equilibrio. Tampoco se trata de evitar según qué alimentos o de contar calorías, sino de reconocer aquellos alimentos (obviamente, no procesados) que » te sientan bien o no», «te proporcionan energía y vitalidad o te generan fatiga». Mi cuerpo ha encontrado su peso -o el peso que le toca ahora-: ni engordo ni adelgazo. Quizás me gustaría estar un poco más delgado, pero por el nivel de actividad física que tengo es lo que le toca a mi cuerpo, y lo acepto.

Y curiosamente, una vez equilibras esta parte esencial de tu vida, a mí me pasa que quiero más: tengo ganas de hacer deporte y afronto las tensiones (sobre todo profesionales) de otro modo. Alimentación, movimiento y estrés bajo control (que creo que son los pilares básicos de una vida equilibrada). Nunca habría pensado que un proceso de este tipo me haría reflexionar en voz alta sobre todo aquello que proporciona bienestar en mi vida… Será que he aprendido a escucharme a través de la alimentación.

Parece que haya pasado por un proceso de la mano de un psicólogo, en lugar de trabajar la alimentación (¿sólo?), porque he logrado un equilibrio que nunca antes había tenido.”

Miquel, experto en marketing, Barcelona


“Y llegó el día en que Ester me dijo: – «¿Quieres flipar? Pues ¡fliparás! «Y aquí estoy, flipando todavía”

Permitidme que os cuente un poco: me llamo Laura y ahora tengo 51 años. En los últimos años había engordado unos 8 kg, había dejado de practicar el poco de deporte que hacía, a raíz de una hernia discal que me daba la tabarra, por lo que me sentía desanimada, hinchada y muy apática. No había manera de mejorar los ánimos y de perder los kilos. La autoestima, la tenía por los suelos… ¡o más allá! Mi amigo Víctor Amat, de Cetebreu, me recomendó que hablara con Ester Galindo, (gracias, guapo!) 🙂

«Ya verás» – me dijo -, “te pondrá a caminar «.

Pues bien, Ester no sólo me recomendó que me pusiera a andar. ¡Ha logrado que deje de pelearme conmigo misma! Para los que me conocen… ¡eso era prácticamente misión imposible! Llevo perdidos 5 kg de momento, pero lo más importante es que estoy animada, deshinchada y de buen humor. Ahora me siento más en contacto con mi cuerpo y sé cuáles son los alimentos que me sienten bien y cuáles no. En definitiva: ¡soy más libre!

También estoy volviendo a entrenar de forma suave y sin cansarme. Incluso estoy planteándome realizar alguna carrera de 10 km.

¡Impensable todo ello hace un par de meses!

¡Gracias ANTUM! ¡Gracias Ester!

Laura, enfermera, Barcelona.


“En mi caso, puedo decir sin ánimo de echarme flores, que ha sido espectacular: salidas de 6 horas de bici sin problemas, carreras continuas de más de 15 km sin problemas.

¿Recuerdas que te comenté que tenía un circuito de 7 km de camino variado que me servía de referencia? Este camino, cuando empezamos, lo hacía a ritmo MAF a 6-6′.10» el mil, terminando tocado de piernas y con sensación de no ir a más km. Pues bien, la mejoría se fue viendo según pasaba las semanas y esta semana pasada hubo dos datos reveladores:

– El miércoles hice 22 km a ritmo medio de 138 de pulso (mi MAF lo pongo de 137 a 142) a un ritmo de 5’25 (yo firmaba ese ritmo para el maratón del ironman).

– El viernes hice una salida de bici con toque glucolítico, subí un puertecillo en progresión llegando a 15 pulsaciones por encima del MAF, pero sin llegar a umbral anaeróbico ni a sensación de acumulación de lactato.

– Sábado: 6 horas de bici controladas por potenciómetro sin mirar pulso, aprendiendo cuáles son las sensaciones musculares aeróbicas. Resultado: un pulso medio de 106 (muy lipídico) con más de 150 km pese a un puertecillo, viento, lluvia y granizo. ¿Sensaciones al llegar? De poder seguir y no estar machacado.

– Pero ahora viene lo bueno: domingo, 2 horas de bici aeróbicas + 15 km de carrera por el circuito mencionado arriba como referencia. Al bajarme de la bici los primeros 3 km fui progresivo de 120 pulsaciones a las 142 como límite del MAF, mantuve ese pulso durante los 15 km (finalmente, la media de pulso fue 139) y el ritmo fue de ¡¡5’09»!! Un minuto más rápido que los inicios en febrero, marzo y en semana de entrenamiento de carga.

Hace unas semanas mi cuerpo dio un vuelco. Si recordamos, durante el test de 2 semanas y posterior, la bajada de peso no fue muy grande pero hace unas semanas mi cuerpo de repente empezó a cambiar, estoy en 81 kg (unos 9 o 10 por debajo de lo que pesaba en diciembre) con un 9,6% de grasa y rindiendo sin problema.

Hay días que tengo mucho hambre, pero es hambre y no ansiedad. Tengo ganas de comer y no de gochear, mi cuerpo pide un filete o un aguacate o en su defecto me pide mucha fruta fresca. Pero también hay momentos en los que mi cuerpo no tiene hambre y no le fuerzo. Hay días que no paro de comer todo el día y otros (suele coincidir con la bajada de entrenamiento y estar en días más regenerativos) no quiere comer nada más que cuando tocan las horas de comida.

Sé que no es un tema de peso, sino del peso óptimo. Por eso escucho los comentarios de la gente que me dice que estoy delgad, pero lo más importante es que esos comentarios van acompañados de la frase «lo que se te ve es más ligero y más suelto». Porqu, claro, me río cuando me dicen “delgado”, ya que mi pierna tiene un perímetro de 62-63 cms (Ester, mídete la cintura y me dices, ¡jajajajajaja!)

José Joaquin, Ironman coach certificado, Madrid.


“Mi experiencia con Antum fue de inmersión en el aprendizaje gratificante y motivador de algo tan importante como es el autocuidado en el terreno de la alimentación.

A través de los cuestionarios y entrevista previa pude ser más consciente de las limitaciones y dificultades que me aquejaban. Durante el test experimenté la posibilidad de comer sin necesidad de recurrir a carbohidratos y glúcidos, lo cual me parecía previamente más difícil de lo que en realidad resultó. Si que eché de menos la fruta en esas dos semanas porque me encanta y tenía la costumbre de merendarla o comerla a media mañana, pero pronto la pude disfrutar de nuevo y de una manera más eficiente. De hecho fue lo primero que reintroduje tras el test.

Durante el test y post-test tuve el mejor acompañamiento para saber qué comer, cómo organizar las comidas, resolver dudas sobre los alimentos que podía descartar y/o saber cómo reintroducirlos. Para mí, lo mejor fue averiguar a través de la experimentación en primera persona lo que me sentaba bien y lo que no tanto, o lo que mi cuerpo rechazaba; además de aprender un montón de información útil sobre los alimentos y cómo utilizarlos.

Posteriormente, el mantenimiento del contacto con Antum, tanto vía email como por el grupo privado en Facebook, me ha permitido beneficiarme y compartir ideas acerca de platos, ideas de cómo cocinar algunos alimentos, ideas de comidas sencillas adaptadas a diversas circunstancias, reajustes en diversas épocas del año, etc.

Mejoré notablemente el sueño, las digestiones y ciertos desajustes hormonales, así como el mantenimiento de una energía mucho más estable durante todo el día y ajusté la alimentación a mis necesidades. Lo recomiendo a todo aquel que quiera plantearse mejoras a través de la alimentación y el entrenamiento.»

Bet, terapeuta familiar, Barcelona.


“Testimonio de una mujer de 37 años, 12 años vegetariana y diagnosticada con dolor crónico y estancada con el movimiento en articulación de hombro.

Mido 1 metro y 72 cm, para que te hagas una idea, y empecé el año con 89 kilos, con 110 de pecho, con una cintura de 90 cm, que no me llegaban las manos a los pies, mi flexibilidad era muy limitada, con un dolor articular y de movilidad reducida a uno de los hombros, sin capacidad por coger y mover con normalidad con uno de los brazos. Cada día me tomaba mínimo uno o dos analgésicos, para poder “pasar el día”.

Aunque era consciente de que mi cuerpo estaba en sobrepeso cuando empecé comiendo al estilo Antum, lo cierto es que perdí 19 kg a lo largo de 8 meses. Mi volumen se ha reducido hasta 4 tallas de ropa, y aún sigo bajando a día de hoy, sobre todo si sigo ejercitándome aeróbicamente cada día entre hora y media o dos.

Mi energía vital ha cambiado completamente. Para haceros una idea, mucha gente ya ni me reconoce por la calle, si no me dirijo yo a ellas.

Una de las cosas que, creo, más directamente ha modificado mi cuerpo es su “química”, ya que actualmente no tomo ningún medicamento, me muevo más y he empezado a vivir con normalidad. Mi actitud de fondo también ha cambiado, pues ahora me tomo la comida con gusto y la bebida con sed, y soy muy consciente de cómo estos se convierten en mi energía vital para vivir.

Este es mi testimonio, que voluntariamente ofrezco a Antum por si tiene a bien publicarlo, pero sin mi nombre. Entiendo que tendrá sentido para aquellas personas que tienen dudas sobre si realizar este proceso y quiero pensar que puede suponerles ese empujón final que necesitan.

A ti, lector, si tomas este compromiso contigo mismo, firme y constante, habrá un cambio asegurado en tu CALIDAD DE VIDA; algo que, para mí, a día de hoy es lo más importante, mucho más que la pérdida de peso y volumen, y de si mi imagen ahora es más esbelta y aceptada por los otros.

Lo importante para mí ha sido, sobre todo, el hecho de haberme darme permiso para cuidarme y darme cuenta de que ¡lo que comemos es un claro reflejo de lo que somos!”


Desde pequeña he estado ligada al deporte y por supuesto me ha gustado cuidar mi alimentación, para rendir mas cuando era deportista y para estar saludable por fuera y por dentro cuando ya no lo era. He hecho miles de dietas y he cambiado de hábitos más veces de las que puedo recordar, sin embargo, nunca llegaba a sentirme con energía, fuerza y plenamente sana a todos los niveles: mental, intelectual, emocional y físicamente. Y eso es justo lo que he conseguí cuando conocí a Esther. Profesional como pocas personas que haya conocido, atenta, detallista y con una filosofía de vida que practica y lleva consigo día a día. Me enamoró desde el principio su manera de ver la alimentación e hizo posible que esa plenitud nutricional llegara a mi vida.

Y a partir de ahí todo cambió. Las grasas «buenas» se convierten en tus nuevas amigas y los platos se convierten en un mundo multicolor que te alegra el día solo con prepararlo. Pero lo más significativo no es que te sientes más ligera, que comes mucho mejor, que entrenas de maravilla, que estás más sano o que desaparece el hambre (por fin!!!) sino que llega el equilibrio a tu vida porque duermes mejor, estás más calmado, tienes menos ansiedad y cambios de humor, estas saciado (esto es flipante!!) y los problemas de estómago o malas digestiones simplemente no existen. En fin, una cambio brutal sobre todo porque es un estilo de vida que te permite tener equilibrio emocional, físico y mental, y eso, no tiene precio.

Toda una suerte haberla encontrado.

Maria, licenciada en INEF y coach. Madrid.