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Con la salud no se juega

Por el Dr. Phil Maffetone

Traducción de Ester Galindo

John empezó a contabilizar los pasos que andaba a diario gracias a un dispositivo de muñeca llamado Fitbit. Por el mero hecho de ser consciente de su actividad física, a lo largo de un mes fue capaz de pasar de menos de 2.000 a casi 6.000 pasos en un día. Pronto descubrió que sus compañeros de trabajo utilizaban una aplicación para llevar el seguimiento de la ingesta calórica, y John también se subió al carro. Con solo controlar lo que comía, redujo sus calorías en un 20 por ciento. Al poco tiempo, logró obtener un perfil digital de todos sus análisis de sangre en otra aplicación, de tal modo que tanto él como su médico podían cotejar los últimos datos con los más antiguos de una manera fácil y rápida. A John, este tipo de fitness le divertía y estaba contento de haber sintonizado su salud con la era digital.

Al cabo de seis meses, John se dio cuenta, sin embargo, de que nada había cambiado realmente: la falta de sueño, el dolor de espalda, la fatiga y la sensación de hambre constante indicaban que su calidad de vida no había mejorado de manera significativa. Y eso que tenía todos sus datos cuidadosamente registrados y ordenados. Una visita al médico lo sacó de su obcecación y le confirmó lo que ya venía notando: su índice de grasa corporal seguía siendo alto, junto con el peso, el colesterol y los triglicéridos. Le añadieron un cuarto medicamento a su régimen diario para ayudarle a sobrellevar la depresión aguda. Su doctor le advirtió de que necesitaba mejorar su estilo de vida, pero nunca le proporcionó información específica sobre cómo hacerlo.

Si bien el caso de John es inventado, lo que aquí os cuento es algo que sucede a diario. Tras varias décadas de vernos inundados por miles de libros de cocina que prometían mejoras inmediatas en cuanto a salud y forma física, y recomendaciones gubernamentales de lo más confusas —la mayoría de las cuales tampoco funcionan a largo plazo—, ahora nos vemos bombardeados por más de lo mismo en forma de basura digital. No es de extrañar, por tanto, que los resultados sigan siendo los mismos.

El problema radica en que toda esa recopilación de datos no cuenta con una conclusión lógica. Le falta el paso final y el más importante de todos: elaborar un plan individualizado para mejorar la forma física.

Y es más: la moda del fitness digital no ha traído mejoras en la salud general; en realidad, la gente se está poniendo en forma a expensas de su salud. Echemos un vistazo a los datos:

Alto índice de lesiones. En algunos programas de entrenamiento, cerca del 75 por ciento de las personas se lesionan. En un estudio que se publicó sobre un programa para correr (que había sido diseñado para reducir las lesiones más comunes), los participantes seguían presentando una tasa de lesiones del 35 por ciento.

El riesgo de enfermar va en aumento. Las tasas de obesidad se han disparado (ya superan el 40 por ciento de la población en los Estados Unidos), y esto es sólo la punta del iceberg. El exceso de grasa  —niveles más altos y nada saludables de grasa corporal— constituye ya una verdadera epidemia, que afecta al 75 por ciento, o más, de la población mundial.

Muerte más lenta. Si bien es cierto que, hoy día, muchas personas viven más años, en realidad se están muriendo más lentamente porque las enfermedades crónicas van en aumento (pese a que la mayoría de estas se pueden prevenir).

Aunque ya están apareciendo publicaciones sobre este problema tan grave, hasta la fecha nadie ha presentado una solución factible. El 1 de agosto de 2015, la edición de The Economist hablaba de cómo la industria del fitness estaba en auge, pues sólo en los Estados Unidos había ya más de 50 millones de personas inscritas a un gimnasio. También se afirmaba que «pese a ello, no se ve que la población esté más saludable.»

Kevin Plank, director general de Under Armour, que ahora posee MyFitnessPal, MapMyFitness y muchas otras aplicaciones, cuenta con 140 millones de entusiastas del fitness, que en 2015 llevaban registrados más de mil millones de sesiones de entrenamiento. A pesar de crecer más del 30 por ciento anual, Plank sabe cuál es el problema: «El gran error es que, a día de hoy, los consumidores siguen sin disponer de un barómetro con el que monitorizar su salud.»

En otras palabras, el hecho de saber cuántos pasos caminas o cuántas calorías ingieres al día no es suficiente.

El error radica en que toda esta información digital no es más que cifras y no proporciona ninguna directriz efectiva para mejorar la salud y la forma física. Se trata, más bien, de un sinfín de «ceros» y «unos» al azar, y no una guía. Comenta Plank: «En el móvil puedo consultar el saldo de mi cuenta corriente, el precio de mis acciones o el tiempo que hace en cualquier ciudad del mundo. En cambio, no dispongo de ninguna medida o barómetro para monitorizar mi salud, más allá de ir al médico cada 12, 18 o 24 meses. En mi opinión, esto es un craso error».

La era digital está proporcionando a miles de millones de personas sus propios datos de salud y condición física. Pero la cosa divierte más que ayuda, y  muy pronto la gente se dará cuenta de que sigue faltándole lo más importante: respuestas reales a sus necesidades de salud. El gran error reside en que nos quedamos en lo digital —contando pasos y calorías, y entreteniéndonos con los colorines del monitor y los pitidos del dispositivo—, mientras la salud y la condición física de la población mundial continúan yéndose a pique.

La salud y la forma física no son ningún videojuego. Y su declive constituye un problema real que no sólo no se estabiliza, sino que se agrava cada día que pasa. Actualmente, los estadounidenses están más enfermos que nunca, viven más años en un estado disfuncional y están menos en forma y más gordos. Lo peor de todo es que esta tendencia se inicia a edades muy tempranas. La American Heart Association informó recientemente de que, en las pruebas de aptitud física, por ejemplo, los niños de hoy son un minuto y medio más lentos en una carrera de una milla que sus padres a su misma edad.

Lo más triste del tema es que los estragos en la salud y la forma física son fruto de condiciones que se pueden prevenir. Y esto es algo a lo que la moda digital sí debería estar contribuyendo. En la mayoría de la gente, las patologías cardiacas, el cáncer, el alzhéimer, la diabetes, los derrames cerebrales, la presión arterial alta y muchas otras enfermedades comunes de la era moderna son el resultado de un estilo de vida poco saludable. Conocer los números que confirman todo esto nos sirve de muy poco, si no los acompañamos de sugerencias para realizar cambios saludables y aplicamos dichos números para constatar una mejora.

La solución pasa por utilizar esta nueva tecnología como parte de un programa para auto-gestionar la propia salud. Esto significa utilizar los datos de manera inteligente, tanto para elaborar un plan individualizado que mejore la salud y la forma física, como para medir luego el progreso obtenido. Los cambios reales en el estilo de vida pueden dar como resultado una reducción real —e incluso la eliminación definitiva— de signos y síntomas poco saludables, incluidos el exceso de grasa corporal, la fatiga, los análisis de sangre negativos y la falta de sueño. Realizar los ajustes adecuados en el estilo de vida ayuda a reducir el riesgo de contraer enfermedades y aumenta la calidad de vida.

Dicho esto, es evidente que vender la gestión de la propia salud no es tarea fácil. Necesitamos entender mejor cómo funcionan nuestro cerebro y nuestro cuerpo, y olvidarnos de las recomendaciones tan superficiales que lanzan nuestros gobiernos, así como de la publicidad de productos y modelos de entrenamiento nada saludables. Para aquellos que realmente desean mejorar su salud y forma física a lo largo de toda su vida, este planteamiento constituye el mejor programa disponible y no depende del azar. Utilizar el fitness digital para lograrlo constituye una alternativa tan real como saludable.

La nueva aplicación de MAF, que saldrá a finales de este año, animará a los usuarios a gestionar mejor su salud de una manera totalmente personalizada. Asimismo, a través de cuestionarios simples pero minuciosos, los usuarios podrán evaluar una variedad de factores de riesgo para problemas tales como: enfermedades del corazón, alzhéimer, cáncer y otras patologías comunes, junto con la intolerancia a los carbohidratos, la inflamación crónica, el sobreentrenamiento y otros problemas funcionales, que constituyen la causa de otras enfermedades. Con dicha aplicación, los usuarios obtendrán un informe digital sobre sus niveles de riesgo, junto con sugerencias sobre cómo modificar su estilo de vida para evitar cualquier enfermedad potencial. De este modo, estaremos inculcando un enfoque preventivo que resulta clave, pues va a permitir al usuario lidiar con todo aquello que puede hacerle enfermar y manejar otras disfunciones de salud, en lugar de sólo tratar los síntomas y “jugar a las maquinitas”.

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